martes, 10 de junio de 2014

Te recomiendo el libro...

Este libro se llama  101 llaves a la lectura , la autora es Pilar Armida.
 Aquí podrás encontrar muchas actividades que te permitirán utilizar las lecturas, que vas encontrar en este blog.
Te comparto una actividad para que lo tomes en cuenta.

Actividad: Adivina, adivinador...

Después de leer.
Indistinto el número de personas.
Muestras de adivinanzas, papel y plumas.
Pensamiento deductivo, desarrollo de nuevas ideas.

Mecánica:
"Adivina, adivinador, que no adivinarías nada si no existiera yo, ¿qué soy?". Las adivinanzas son acertijos que retan nuestra capacidad de asociar ideas, nos vuelven detectives del lenguaje que buscan pistas entre sílabas y significados, y son mucho más difíciles de escribir de lo que parece.
Invite a sus alumnos a poner en práctica sus habilidades para hacer rimas, juegos de palabras y metáforas, pidiendo a cada uno que escriba una adivinanza sobre un libro que conozcan bien. Por ejemplo, ésta es una adivinanza que se desprende del libro Lo que sí y lo que no, de Verónica Murguía (Castillo), sobre los patos: "¿Qué será, que será, que nada , que vuela y una brújula en su mente lleva?.
Para realizar este ejercicio, le sugerimos utilizar un libro álbum o un cuento breve, ya sea de ficción o de divulgación. De esta manera, se reducirán las posibles respuestas y el grupo tendrá mayores probabilidades de acertar. También es recomendable que, antes de empezar, usted lea y resuelva varias adivinanzas con ellos, y que exploren juntos la gran variedad de recursos que se emplean para esconder las respuestas en el acertijo, como fragmentar la palabra, esconder sus sílabas en otras palabras, hacer una referencia misteriosa al objeto, acompañar el texto con un dibujo que dé uuna pista sobre la respuesta, o plantear una pregunta tan obvia que confunda al lector. Anímelos a usar esto recursos, así como algunas frases que encontramos en ellas con frecuencia, como "Adivina, adivinador" o "Adivina, adivinanza".
Para concluir, invite a los alumnos a compartir sus adivinanzas en clase para que sus compañeros adivinen de que libro se trata.


Cuento II

Este cuento es de Julio Cortázar. Espero les guste, está pequeño y genial.

Qué tal, López

Un señor encuentra a un amigo y lo saluda, dándole la mano e inclinando un poco la cabeza. Así es como cree que lo saluda, pero el saludo ya está inventado y este buen señor no hace más que calzar en el saludo.
Llueve. Un señor se refugia bajo una arcada Casi nunca estos señores saben que acaban de resbalar por un tobogán prefabricado desde la primera lluvia y la primera arcada. Un húmedo tobogán de hojas marchitas. Y los gestos del amor, ese dulce museo, esa galería de figuras de humo. Consuélese tu vanidad: la mano de Antonio buscó lo que busca tu mano, y ni aquélla ni la tuya buscaban nada que ya no hubiera sido encontrado desde la eternidad. Pero las cosas invisibles necesitan encarnarse, las ideas caen a la tierra como palomas muertas.
Lo verdaderamente nuevo da miedo o maravilla. Estas dos sensaciones igualmente cerca del estómago acompañan siempre la presencia de Promete; el resto es la comodidad, lo que siempre sale más o menos bien; los verbos activos contienen el repertorio completo.
Hamlet no duda: busca la solución auténtica y no las puertas de la casa o los caminos ya hechos -por más atajos y encrucijadas que propongan-. Quiere la tangente que triza el misterio, la quinta hoja del trébol. Entre sí y no, qué infinita rosa de los vientos. Los príncipes de Dinamarca, esos halcones que eligen morirse de hambre antes de comer carne muerta.
Cuando los zapatos aprietan, buena señal. Algo cambia ahí, algo que nos muestra, que sordamente nos pone, nos plantea. Por eso los monstruos son tan populares y los diarios se extasían con los terneros bicéfalos. ¡Qué oportunidades, qué esbozo de un gran salto hacia lo otro!
Ahí viene López.
-¿Qué tal, López?
-¿Qupe tal, Che?
Y así es como creen que se saludan.